El costo de cada artículo que retiramos de los estantes puede fluctuar de mil y una maneras. A medida que la cadena de valor se alarga, la brecha entre el coste de producción y el precio final de los artículos que compramos se amplía, revelando la complejidad detrás de lo que llevamos a nuestro hogar.
Esto implica que a medida que aumenta el número de colaboradores en el proceso de diseño del producto, su costo final también se eleva. Este es el sistema de comercio tradicional en el que nos movemos hoy en día, pero eso no significa que sea el más beneficioso. Por un lado, el consumidor no tiene la capacidad de decidir a quién va dirigido su dinero al momento de realizar una compra; por otro, los productores que crean los productos apenas reciben una fracción del ingreso generado por su labor. Los materiales dan vida a la creación. Por supuesto, estaré encantado de ayudarte con eso. Sin embargo, necesito que me proporciones el párrafo que deseas que reescriba de forma creativa. ¡Espero tu mensaje!
Un ejemplo claro y delicioso son los chocolates. Las marcas más exclusivas alcanzan precios desmesurados en comparación con lo que reciben aquellos que cosechan el cacao, la esencia de su producto. Mientras las marcas se aferran a la porción más suculenta del pastel, los verdaderos artesanos detrás de la producción de cacao se quedan con las migajas, sufriendo las consecuencias de un negocio que los margina. Además de perpetuar la desigualdad social, estas prácticas amenazan gravemente la sostenibilidad de nuestro planeta.
Para aquellos que prefieren distanciarse de prácticas comerciales convencionales, hay opciones como el Comercio Justo, que ofrecen un enfoque más ético y solidario.
¿Qué es el comercio justo?
Incluso con un sistema comercial ya «arraigado» en la sociedad moderna, existen alternativas para quienes buscan opciones más sostenibles. Este es el caso del comercio justo, un modelo comercial que busca establecer una «alianza» entre todos los actores de la cadena comercial, desde los productores hasta los consumidores, con el objetivo de negar algunas de las principales «injusticias» del comercio actual, construyendo más principios económicos y prácticas justas y coherentes.
Comercio justo (o Comercio justo) nació en Países Bajos en los años 1960, teniendo como principios fundamentales la transparencia y la educación del consumidor, así como el respeto y la atención al medio ambiente. En última instancia, el comercio justo antepone a las personas a las ganancias.
Este modelo también sirve como representante de otros pilares éticos, como:
- igualdad de género
- Exclusión de la explotación infantil
- Estabilidad de las relaciones comerciales.
- Calidad del producto
- Prefinanciación de productores.
El comercio justo es especialmente importante para los diferentes participantes en la cadena de valor de cada producto. Esto se debe a que, en la gran mayoría de los casos, los actores principales de esta misma cadena, como los agricultores, reciben una participación mínima de las ganancias de lo que ayudan a producir. Uno de los mayores ejemplos donde esto sucede es en la industria textil, donde quienes cosechan la materia prima, como el algodón, o quienes cortan y cosen, reciben una pequeña porción del valor al que se vende el producto final.
A menor escala, esto también ocurre en el sector alimentario, donde el comercio justo cobra aquí mucha mayor importancia, ya que es un sistema que ayuda a las empresas locales y/o familiares y también a las organizaciones cooperativas. Por último, este modelo también resulta útil para el consumidor final, ya que le permite conocer el origen de lo que compra con total transparencia.
Ejemplos de comercio justo
El tamaño y el impacto de Comercio justo Ha aumentado a medida que más y más marcas, a escala global, se han establecido. marcas de comercio justo; es decir, marcas con el sello de comercio justo. Uno de los mayores ejemplos es Ben & Jerry’s, cuyo helado se produce de manera sostenible y económicamente justa para quienes participan en su cadena de valor. Sólo en Estados Unidos, por ejemplo, existe una plataforma que reúne a todas las marcas que poseen un certificado de Comercio Justo.
En Portugal, aunque en una escala mucho menor, el Comercio Justo también ha tomado forma. El Centro de Intervención para el Desarrollo Amílcar Cabral (CIDAC), en Picoas, Lisboa, es un ejemplo de experiencia y trabajo en este sector. Aquí podrás encontrar productos de alimentación, artesanía, belleza, higiene o limpieza; todo ello producido de forma sostenible y económicamente justa. Según el portal LifeCooler, en Portugal hay 13 tiendas de comercio justo, de norte a sur del país.
Incluso las grandes empresas están empezando a resaltar la importancia de un consumo sostenible y transparente. Continente, por ejemplo, ha lanzado una nueva gama de tabletas de chocolate con recetas originales que incluyen cacao de origen sostenible certificado. “Además de la calidad, hemos decidido utilizar cacao 100% de origen sostenible, con certificación UTZ, que garantiza una producción y suministro agrícola responsable, sin dañar el medio ambiente ni explotar la mano de obra, respetando las reglas del comercio justo.”, explica Ana Alves, directora comercial de Continente Private Brands.
¿Cómo saber si un producto cumple con las buenas prácticas de comercio justo?
En un mundo donde las marcas se preocupan cada vez más por cómo son vistas y por el bienestar del planeta, están surgiendo nuevas certificaciones como UTZ, que reflejan este compromiso hacia la sostenibilidad y una imagen más responsable. No solo te concentres en el mensaje que las marcas comparten a través de sus plataformas, ya sean digitales o tradicionales; también explora el envoltorio de sus productos y lo que transmite. Los productos elaborados de manera sostenible a menudo vienen acompañados de un distintivo que avala su compromiso con el medio ambiente.
Aunque haya un sistema de comercio en funcionamiento, y sin importar si resulta ventajoso para todos los involucrados, es fundamental tener presente que cada individuo es libre de elegir su propio camino. Si deseas impulsar el comercio de tu comunidad, considera elegir las encantadoras tiendas de barrio en lugar de las cadenas de supermercados. De igual manera, ante las diversas alternativas de un mismo artículo, la decisión entre optar por un producto que proviene de la explotación laboral o uno que ha sido creado de manera ética y sostenible, se convierte en una elección personal. Opta por aquel que te otorgue el máximo control para decidir.
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